Entre
los meses de junio y agosto en el Medio Oriente se experimentan
temperaturas promedio entre 45 y 50 grados centígrados, lo que obliga a
cambios y ajustes en el diario vivir de millones de personas que viven
en esta parte del mundo.
La llamada ley del calor es una novedad, en particular, que favorece
enormemente a aquellos trabajadores que les toca laborar al aire libre
en inhumanas temperaturas. La ordenanza por parte del ministerio de
trabajo en los Emiratos Árabes Unidos obliga a
empleadores a darle a sus trabajadores un descanso entre las doce del
medio día y tres de la tarde. De hecho, el gobierno emiratí ejerce
permanente control para hacer que esta ley se cumpla con visitas como
las hechas recientemente donde se encontró que de 10.000 verificaciones
realizadas, 9.662 compañías estaban cumpliendo con la norma.
Por la vecindad
Por linderos cercanos, tan alta era la temperatura que el gobierno de Irak, en una ocasión, ordenó un obligado periodo de cese de toda actividad por cuatro días.
La
superpoblación y la falta de aires acondicionados empeoraban aún más la
ya agobiante atmósfera. Se hablaba que la gente temía hacer el más
mínimo movimiento muscular y se les veía bajo la sombra de los árboles
como estatuas que se movían sólo para tomar agua o espantar a algún
impertinente insecto.
Para
esta época –a causa del infernal calor- la actividad en los centros
comerciales se reactiva en forma considerable y da la oportunidad a
visitantes de acceder a servicios inusuales como una pista de nieve de
22.512 metros cuadrados de extensión ( 3 canchas de fútbol ) localizada
en el Mall de los Emiratos en Dubái, capital comercial de los Emirates Árabes Unidos.
El
visitante pasa entonces con una gran facilidad de las desabrochadas
chancletas al los rígidos esquís, de un clima de desierto de 50 grados
centígrados a uno alpino con temperaturas de menos 3 grados. (Ver video aquí)
Existe
también un pasaje peatonal – con una extensión de 820 metros de largo-
techado y debidamente climatizado, que conecta a la estación Burj Khalifa del metro con el Dubái Mall,
lo que constituye, prácticamente, una “calle elevada” con aire
acondicionado. En
las calles, también tienen climatizados a un buen número de paraderos
de buses para atender a la población que se moviliza entre las
ciudades y sus periferias.
Beduinos benditos
Pero
son los beduinos, los habitantes errantes del desierto, quienes podrían
hablar con propiedad de lo que es un calor extremo, ya que lo han
experimentado en carne propia por miles de años.
En semejantes temperaturas, y a diferencia de cualquier otro ser humano, son
los beduinos los únicos que podrían sobrevivir sin tomar agua por 48
horas, ya que pueden ajustar sus cuerpos al calor infernal a través de
su sudor. Una persona común y corriente escasamente resistiría la mitad de ese tiempo.
El boli: negocio con futuro
En
las ardientes temperaturas del Medio Oriente el boli colombiano como
negocio tendría un futuro casi que asegurado, por lo exótico y por lo
exquisito, y creo que el de corozo y el de coco serían los de mayor
acogida.
La singular delicia culinaria se popularizaría en forma inmediata y los emiratíes muy seguramente crearían el boli de dátil,
hecho con la fruta de la palmera del desierto. Los colombianos que por
acá vivimos veríamos con añoranza -en español y árabe- el aviso: Hay boli en los frentes de alguna de las casas, lo que daría lugar también a una innovación lingüístico-gastronómica.
Historias con calor humano
Al Muñecón: muerte por causa natural
Al Muñecón: años mozos |
Su afición por el boxeo nació de la admiración que profesaba hacia el gran peleador norteamericano Mohamed Ali, mucho más cuando este se convirtió al islam; Ali era su ídolo por quien estaba dispuesto a dar todas las peleas.
Cuenta
la leyenda que el peleador kuwaití se preparaba para una crucial
disputa en el cuerno de África por un título internacional y que dicho
evento deportivo se realizaría al aire libre a altas temperaturas, razón
por la cual el entusiasta deportista se entrenaba en el patio de su
casa en Kuwait, levantando a trompadas a Al Muñecón a temperaturas de 50 grados centígrados, en jornadas de tres a cinco horas.
En
una ocasión, cuenta el “turco” Manzur, en un medio día de un mes de
agosto, la temperatura en el Medio Oriente subió en forma inimaginable a
un infernal registro de 70 grados centígrados.
El inesperado evento climático tomó a todos por sorpresa incluyendo a Al Muñecón
quien a la intemperie, en el improvisado gimnasio de patio, quedó a la
merced de la devastadora temperatura y se derritió en cuestión de
segundos.
No
hubo tiempo de salvar a la valiosa pieza de entrenamiento y se dice que
el desafortunado imprevisto minó las fuerzas del disciplinado Ahmad.
Termina
contando el “turco” Manzur que el joven boxeador perdió la pelea por
decisión en una épica batalla que duró 12 asaltos y que, después del
terrible revés, Ahmad Kid Fahed desapareció del mapa boxeril de Kuwait y del resto del Golfo Arábigo. Fue para él un duro golpe y un triste final por partida doble.
El Migue árabe
Otro relato urbano cuenta la historia de un abuelo beduino llamado Mifzal Saeed Humaid a quien, con la bonanza petrolera, sus familiares trasplantaron del desierto a una lujosa villa en la moderna ciudad.
Desde
un comienzo el abuelo desaprobó dicho traslado y de todas las cosas
nuevas que experimentaba, la que más detestaba era el aire
acondicionado.
No cambiaba los 50 grados centígrados de su desierto, que era su ambiente natural.
El
abuelo, que rara veces se enfermaba, comenzó en algún momento a sufrir
de sus bronquios y la fastidiosa condición se manifestaba con una tos
pertinaz que lo desvelaba y acentuaba su sufrimiento. Un día –cuenta la
historia- el viejo Mifzal no lo soportó mas y caminó raudo hacia la
puerta de la lujosa mansión. Lo último que se oyó de él fue un fuerte
portazo con un sonoro vainazo:
–“Al carajo todos ustedes con sus aires acondicionados”
Nunca
lo volvieron a ver por la fastuosa villa y el viejo beduino regresó a
su añorado desierto, de donde nunca lo debieron haber sacado.
El viejo Mifzal se parece al ermitaño colombiano Miguel Canales, el de la canción de Rafael Escalona quien pregunta con insistencia:
“¿qué le estará pasando al pobre Migue que tiene mucho tiempo que no sale? ”.
Mifzal en el desierto acariciando sus pies con las suaves arenas del desierto y Migue en la montaña respirando la tibia brisa que anuncia la inminente lluvia. Ambos realizando sus sueños de eternos ermitaños.
En
el Medio Oriente la vida a 50 grados centígrados transcurre con mucha
efervescencia y da para todo, desde la exótica realidad de una estación
de nieve en medio del desierto emiratí, hasta los golpes que la vida da a
boxeadores y ermitaños, en algún otro rincón del extenso Golfo Arábigo.
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi (EAU) septiembre de 2015
Fotos
www.behance.net (casa en Colombia)
www.foodspotting.com (bolis)
Puerta de entrada árabe (personal)
Paradero de buses (personal)
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